Túnica de la Cofradía

LA TÚNICA

En el año 1957 la Junta Rectora encargo al ceramista Rafael Ruiz de Luna el diseño de la Tunica de penitente, tras presentarse anteriormente varios proyectos a la Junta Rectora, que fueron rechazados, se decantaron  por este ultimo proyecto que seguía las directrices que fueron indicadas para su confección, ya que fusionaba en una sola a la  Cofradía de la Vera-Cruz , Adoradores del Santísimo y custodios de las Reliquias más importantes del Cristianismo (Ligmun Crucis y la Espina).

Se inspiro en la antigua Hermandad de Los Hospitalarios provenientes de las Cruzadas, que vestían hábito y manto negro y su distintivo era una cruz blanca de cuatro brazos de igual longitud, que se ensanchaba hacia los extremos, concedida en 1248 por Inocencio IV. En 1259, Alejandro IV les autoriza a llevar en tiempos de paz el manto negro y en la guerra cotas rojas con la cruz blanca. En 1278 se establece que deberían llevar la cruz blanca sobre fondo negro. Las  puntas de la cruz significaban  virtudes que los caballeros debían ejemplificar en las tareas de caridad de su vida cotidiana: Goce espiritual – Vivir sin malicia – Arrepentirse de los pecados – Humillarse ante los que te injurian.

 Una vez reunidos todos los datos necesarios para su confección, empezó el diseño mezclando la Tunica con la Cruz Templaría y el nombre de la Cofradía del Cristo de la Espina, y como resultado obtuvo el siguiente  del traje de penitente:

Túnica negra con botonadura blanca ceñida a la cintura por faja de esparto, y a la altura del pecho una cruz blanca atravesada por una espina roja y sobre ella una corona de espina en rojo. Inspirándose en la antigua hermandad de los Hospitalarios.

 

La transformación que realizo  Rafael Ruiz de Luna fue conservar la antigua cruz Templaría y colocarla sobre un fondo negro, simulando a la vestimenta de la antigua Hermandad.

 

Reseña Histórica 

La primera casa de religiosas Hospitalarias en España se fundó en Grisén, otorgada a la Orden en 1177.

1248 por Inocencio IV. En 1259, Alejandro IV les autoriza a llevar en tiempos de paz el manto negro y en la guerra cotas rojas con la cruz blanca. En 1278 se establece que deberían llevar la cruz blanca sobre fondo negro.

Las  puntas de la cruz significaban  virtudes que los caballeros debían ejemplificar en las tareas de caridad de su vida cotidiana: Goce espiritual – Vivir sin malicia – Arrepentirse de los pecados – Humillarse ante los que te injurian y ser Misericordioso.

La orden Hospitalaria, fundada unos pocos años antes de la primera cruzada, sufrió una profunda transformación con la fundación del reino latino de Jerusalén. A imitación de los caballeros templarios, los hospitalarios se convirtieron en un verdadero ejército cuya finalidad era proteger a los peregrinos que se dirigían a los Santos Lugares.

Los orígenes de la orden se remontan a unos pocos años antes de la llegada de los cruzados de Godofredo de Bouillon a Tierra Santa. Hacia 1080 existía ya una pequeña congregación amalfita bajo el patronazgo de la iglesia de Santa María Latina, una fundación benedictina situada al sur del Santo Sepulcro. Esta pequeña hermandad de laicos que vivían una vida religiosa dedicada a labores de asistencia a peregrinos pasó en pocos años a transformarse de una simple organización sanitaria en uno de los ejércitos más temidos por los sarracenos, una verdadera punta de lanza del reino latino.

La transformación de la primitiva orden asistencial en una orden de caballería se debió con toda seguridad al ejemplo del Temple. A un lector de nuestros días le puede parecer una contradicción el hecho de que una orden religiosa pudiera tener carácter militar. Sin embargo, en la época que nos ocupa, existía toda una casuística que justificaba el empleo de la violencia para la defensa de la fe cristiana, así como para el mantenimiento de la paz y la justicia en el mundo. Además, prácticamente toda la cristiandad occidental vivía inmersa en un clima de extremada violencia como consecuencia de la debilidad de unos estados que eran incapaces de imponer la paz. Muchos nobles combatían entre sí y se había creado una auténtica ética de la violencia como forma de vida del noble. Para colmo, en muchos casos la impronta del paganismo seguía vigente, así que no era en absoluto extraño que los propios clérigos empuñaran las armas. Este hecho producía verdadero rechazo a los cristianos orientales, tal como revela el testimonio de Ana Comnena.

El espaldarazo del Papado a la idea del monje-soldado consagró definitivamente la feliz invención.
A mediados del siglo XII la militarización de la orden ya era un hecho. Esta evolución se advirtió también en la elección de grandes maestres de origen anglonormando. El primero de ellos fue Gilberto d’Assailly, antiguo comandante de Tiro. Esta situación perduró hasta los tiempos de la tercera cruzada, una época en que la orden del Hospital se encontraba bajo la dirección de Garnier de Nápoles, uno de los grandes colaboradores de Ricardo Corazón de León.